Antes de consolidarse como ciencia independiente, la psicología tuvo sus raíces en la filosofía, donde pensadores de distintas épocas reflexionaron sobre la mente, el alma, el conocimiento y la conducta humana. En la Antigüedad, filósofos como Platón y Aristóteles debatieron sobre la naturaleza del alma y su relación con el cuerpo. Platón defendía una visión dualista, donde el alma era inmortal y separada del cuerpo, mientras que Aristóteles la entendía como la esencia vital integrada en el organismo. Durante la Edad Media, el pensamiento cristiano —influenciado por San Agustín y Tomás de Aquino— combinó la filosofía clásica con la teología, centrando la atención en la moral y la voluntad. En la Edad Moderna, con el auge de la ciencia, filósofos como René Descartes propusieron una visión mecanicista del cuerpo y dualista de la mente, mientras que John Locke y el empirismo plantearon que el conocimiento se origina en la experiencia sensorial. Estos aportes marcaron el camino para que, en el siglo XIX, la psicología se separara de la filosofía y se constituyera como ciencia experimental.
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